martes, 15 de octubre de 2013

LA CÚPULA, la serie de Stephen King



El argumento es sencillo: una mañana aparece una cúpula transparente, indestructible pero semipermeable, que encierra al pueblo de Chester’s Mill con unas 2.000 personas dentro. Nadie puede salir ni entrar. Ni siquiera el ejército, con una potente bomba –que no sabemos para qué demonios la tiran-, puede hacer mella en la estructura. En seguida es evidente que la cúpula es de procedencia extraterrestre, pero no se sabe nada más. Después se produce el pertinente desfile de personajes, que son presentados de forma eficaz. A esto se le añade un misterio: dos adolescentes quedan en trance cuando se tocan y repiten la frase“Estrellas rosas caen en línea”, y que acaban encontrando en el bosque un huevo metido en una cúpula y que parece ser el centro de la que ha cerrado el pueblo.


Stephen King trasladó a Under the dome (2009) su indignación por la política de Bush, y la adaptación televisiva, que en España emite Antena3 con el título de La cúpula, la mantiene con toda su crudeza. El villano es un concejal. Podría pensarse que el cargo es insignificante, o poca cosa. ¿Sería más crítico si hubiera sido un alcalde o un presidente? No; porque la intención es mostrar al mal político, que el poder corrompe, y que el poder absoluto, como escribió Lord Acton, corrompe absolutamente.

El concejal, llamado James “Big Jim” Rennie, extiende su tiranía al tiempo que asume otros poderes y se queda sin opositores. El jefe de policía muere por un “cortocircuito” de su marcapasos y el cura, un auténtico colgao, es asesinado por el político. De esta manera, Big Jim une a su poder político –es la única autoridad municipal bajo la cúpula-, el policial y el religioso. Porque va más allá de citar a Dios en sus discursos, sino que utiliza las referencias religiosas para justificar o “bendecir” sus decisiones. Y como buen tirano, habla en nombre del pueblo: “Es el deseo del pueblo”, “Solo trabajo por el bien de este pueblo”,…

El contrapunto es Dale Barbara, alias Barbie. El personaje carece de carisma, a pesar de que King y los guionistas han construido a un tipo perfecto en todo los sentidos, un malo-bueno capaz de sacrificarse por cualquiera. A pesar de que el personaje es frustrante, le han dotado de frases buenas. Por ejemplo, cuando el concejal le espeta: “No es bueno tenerme como enemigo, Barbie”; el tipo, un ex militar, le suelta a lo Clint Eastwood: “Las monedas tienen dos caras”. O cuando le encarcelan, Big Jim le dice que no le va a matar allí a solas: “¿Crees que soy un asesino?”, Barbie dice: “No; eres un político”. Jeje.

El resto de personajes son para entretenimiento de adolescentes. Los cuatro chicos que deben poner sus manos sobre la minicúpula para calmarla y entrar en contacto con ella se presentan como los “salvadores”, lo que hace las delicias de esa franja de la población que ha comenzado a afeitarse y maquillarse. La periodista, una tal Julia, es la supuesta “monarca”, elegida por la cúpula; es decir, los extraterrestres, pero de momento no aporta nada más. La ayudante del jefe de policía se ha ido haciendo más tonta según ha avanzado la temporada, y ha pasado de ser un miembro competente de la comunidad a un títere en manos del concejal. Y luego, como siempre en Stephen King y sus casi eternas novelas, decenas de personajes secundarios.

En la serie nos encontramos con dos cosas muy del maestro norteamericano del terror: la clave del personaje negro, y el extraño comportamiento de algún animal, aquí es un insecto, la mariposa monarca.


La serie tendrá una segunda temporada, y espero que última, que veremos en 2014. Cualquiera sabe teniendo detrás a Steven Spielberg, al propio Stephen King y a la CBS. Ahora bien; la primera ha dejado muchos flecos, temas pendientes que no pueden quedar sin resolver con una simple desaparición de la cúpula. Ya sabéis a qué me refiero.  

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