Juez Dredd (1995) plantea el viejo problema de la combinación con
eficacia de la libertad con orden, de las atribuciones concedidas al Estado
para la represión, el debate entre la previsión y la represión, la corrupción
del gobierno. y todo envuelto en una historia tradicional de conspiración por
el poder, violencia, estética futurista distópica, y venganza entre viejos
amigos. La sociedad tiene una alta tasa de delincuencia y violencia, y no se
les ha ocurrido otra cosa que acelerar el proceso judicial que convertir a los
policías en jueces que, además, ejecutan la ley. Y, claro, todos estos son temas sensibles para el debate entre republicanos y demócratas, en EEUU, e izquierda y derecha en Europa.
La película cruza dos historias. Por un lado, la tensión
provocada por un plan para demostrar forzadamente que el desorden y la tibieza
represora deben dar paso a un régimen dictatorial. Los que quieren imponer una dictadura
alimentan el desorden para hacer necesario el cambio hacia una tiranía. El juez
Dredd, interpretado correctamente por Sylvester Stallone, es condenado por un
crimen no cometido, pero el sistema prevé que el último deseo del presidente
del Consejo de Jueces antes de dimitir puede ser la sustitución de la pena de
muerte por la cadena perpetua. El aspirante a dictador consigue así quitarse de
en medio a un presidente que luchaba por mantener la libertad y a su máximo
defensor, el juez Dredd.
La otra historia cruzada es la del enfrentamiento entre dos
viejos amigos, un relato de típica venganza, entre Dredd y Rico, interpretad
por Armand Assante, un juez que estaba en la cárcel por matar a inocentes. Pero
no es un simple “duelo al sol” futurista, porque Dredd es un niño probeta y no
lo sabe, creado por el “proyecto Jano”, para obtener un juez perfecto, alterado
genéticamente para eliminar defectos y debilidades. Pero no está solo, Rico es
su hermano. Cuando Dredd se entera mira
al vacío y dice: “Mi vida es una mentira”.
Momentos memorables de la película son la recuperación de un
fantástico robot de guerra –en la línea de Terminator-, la familia Ángel –unos
caníbales del desierto; auténticos engendros encabezados por el actor que da
vida a Hersell en The walking dead-, la reiterada frase “Sabía que dirías eso”;
o el diálogo de la pelea de chicas: “¡Zorra!”, dice una, a lo que la otra
contesta “¡Juez Zorra!”. Y momentos a olvidar son los horripilantes uniformes
de los jueces –totalmente pasados de moda-, la pareja cómica de Dredd –el actor
de “American gigolo”-, y la canción de The Cure con la que termina la película
–la peor del fantástico grupo pop-.
En su día, Juez Dredd obtuvo muy malas críticas y
le dieron a Stallone un galardón a peor actor en 1996. Bueno. Imagino lo mal
que cayó en el mundo cultureta progre una cinta en la que la policía es juez y verdugo.
Da igual. Se pasa un rato entretenido y es posible sacarle punta a muchos temas
y encontrar paralelismos con otros filmes.
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