En otra vida, que resultó ser una pesadilla dentro de un sueño, leí de un tirón Ubik (1969), de Philip K. Dick, y sólo llegué a la mitad de Origen (Inception, 2010), de Christopher Nolan. No viene al caso explicar los motivos ni los despertares. Basta con decir que liberado del tiempo de Marte, el hombre dejó de soñar con ovejas eléctricas y volvió a su castillo. “Debes ver la película –me decían-. Es buenísima”. Había pasado un año desde que leyera Ubik y publicara una reseña, por lo que era difícil que hubiera olvidado el libro. Una copa-balón de Bombay Zaphir con un chorro de Nördic, y me senté ante la pantalla. Según surgía el planteamiento de Origen una idea me venía a la cabeza: “Esto me suena de algo”. Soy lento, así que pasada la hora de metraje, elevé las cejas, sonreí como un muppet, y dije: “Ubik”. Esta es la historia de su coincidencia.
Origen se basa en la posibilidad de actuar en los sueños como si fueran realidades, y que el plano onírico es indistinguible de la vida real para el ser humano. Los hombres pueden entrar en el subconsciente y extraer o imponer ideas. Para eso es necesario construir escenarios que engañen al estafado y que crea que está en el mundo real. De esta manera, Origen utiliza los dos planos: los personajes están confundidos, o no, y juega con la complicidad del espectador, que así se siente partícipe del “asunto”. Como sucede siempre en estos casos, el espectador acaba siendo víctima del negocio de la doble realidad, y no sabe si lo que ha visto es la realidad o un sueño.
Ubik se basa en la congelación de los vivos justo antes de morir, y en la actuación de “psíquicos” –seres con poderes mentales, como telépatas, inerciales y precognitores-. Estas personas son capaces de meterse en la mente de los demás, en su sueño y su vigilia, y hacerles creer lo que quieran, introduciendo y sacando ideas o recuerdos. Hay competencia entre esas personas, que están organizadas en empresas. Los psíquicos crean mundos imaginarios que sus “víctimas” pueden creer reales. Dick comienza contando con la complicidad del lector, para luego, como en la película, jugar con él.
En ambas obras, Ubik y Origen, lo que está en juego es el futuro de una gran empresa; en concreto su continuidad o disolución. En el libro de Dick, el protagonista trata de mantenerla, en la cinta de Nolan, de disolverla. Pero en realidad, lo que vemos es la evolución de los dos protagonistas: en Dick más relacionado con la identidad y evolución personal, y en Nolan vinculado a lo sentimental. En las dos, los protagonistas luchan en mundo imaginarios. En el caso de Dick, según avanza la historia aumenta la sospecha de que en realidad están criogenizados, muertos, no despiertos; y en el de Nolan, el que todo se está desarrollando en un sueño dentro de un sueño, no en la realidad.
Los personajes tienen un objeto que les sirve para saber si están en un sueño, en un mundo imaginario o en la realidad. En la obra de Dick es “ubik”, que en cada escenario es algo distinto. Ubik viene del latín y signfica “ubique”, “ubicación”; esto es, ubicarse a lo real. Conseguido el ubik, la persona puede salir del sueño. En Origen es un objeto personal, minúsculo, que siempre llevan consigo. Luego los personajes femeninos son clave en las dos, ya sea porque condiciona toda la acción de Cobb (Leonardo Dicaprio) hasta el punto de que pone en peligro la operación, o de Joe Chip (de Ubik), que acaba con su equipo y, por tanto, con la misión que tenían. Las dos chicas son psíquicas.
Luego el final, claro: queda abierto. En Origen no acaba de caer al suelo la peonza, signo de que está en un sueño… ¿o se corta la acción cuando va a caer, lo que supone que están en la realidad? Nolan juega con la incógnita, lo que siempre genera sonrisas, debates y publicidad. En Ubik, las tremendas y angustiosas peripecias de Joe Chip terminan como las de Cobb, con el éxito, pero Dick deja la duda en el lector: ¿Es la realidad, o solamente se está haciendo creer a Joe Chip que ha ganado?
El libro es muy superior al guión de Nolan, lo que no quita que la película sea espectacular, imprescindible, con una puesta en escena y efectos especiales increíbles; pero la obra de Dick es magnífica. El único inconveniente que veo es que el exitazo merecido de la cinta de Nolan retrasará el paso a la gran pantalla de Ubik, algo de lo que se viene hablando desde que la hija de Dick vendiera en 2008 los derechos a la productora francesa Celluloid Dreams para que la dirigiera Michel Gondry, director de la magnífica Olvídate de mí (Eternal sunshine of the spotless mind, 2004; también adaptación de una obra de Dick.
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