martes, 10 de abril de 2012

Naves misteriosas (1971)


No hace mucho, cuando buscaba clásicos del cine de CF, encontré comentarios muy elogiosos de esta película, titulada en España con el inquietante aunque desafortunado título de “Naves misteriosas” (Silent Running, 1971). Los participantes en aquel foro sostenían que era una gran peli, profunda, con mensaje, y que había sido injustamente despreciada. Era, decían, la vía madura que debía haber tomado la CF, y no la "adolescente" deStar Wars. Aunque albergaba una fina sospecha, me bajé la película.

Definitivamente, el filme es roncable; es decir, el espectador puede tomarse repetidas cabezaditas sin que pierda el “hilo” argumental. La trama es tan sencilla que se habría desechado incluso para un episodio de la serie “Andrómeda”. Dice así: la Tierra ha llegado a un punto de degeneración tal que es necesario sacar al espacio exterior unas reservas de fauna y flora. En la estación espacial viven cuatro tipos; tres de ellos gamberretes y palurdos, de los de gorra de beisbol a rosca, y el otro es unhippy guay (léase despacio y vocalizando), que se baña en pelota picada en una charca, come manzanas que cultiva el mismo (tipo Bricomanía) y se relaciona con los animales como si fuera San Francisco (el santo, no la ciudad).
El director (qué tío más avispao’) nos regala unos primeros momentos en los que se muestra la diferencia entre la juventud loca y sin conciencia ecológica, pero obediente con el gobierno, del joven ecologista, tan virtuoso él. El motivo del contraste es justificar lo que hace el hippy. Un día reciben la orden de acabar con la reserva natural de la estación, no se sabe por qué, pero el pureta se resiste y mata a los otros tres. El asesinato convertido en virtud, qué bien. Comienza entonces un metraje insoportable, reforzado con la voz forzadamente temblorosa deJoan Báez, en el que entre bostezos piensas: “¿Cuándo aparecen las... naves misteriosas?”. La respuesta es dolorosamente tardía: Nunca, no aparecen nunca.
Y durante la larga escena en la que el hippy juega a las cartas con los robots, a los que llamaHuey yDewey (tronchante, simplemente tronchante), te das cuenta de que se te ha ido un tiempo precioso para hacer otras cosas. Porque la película es un publirreportaje hippy de los años sesenta (cuánto destrozo provocó esa moda), utilizada para dar doctrina moral. Y como el objetivo de la peli es adoctrinar pues hay que criticar esto, porque como CF es una porquería. La moraleja es que el Hombre sobra, es una plaga que arrasa con todo y por tanto es eliminable. Es más; cuanta menos población haya mejor, y si es preciso liquidar, o matar, a quien perjudica la “naturaleza”, pues se hace y ya está. El tipo no se arrepiente jamás de matar a los otros tres, y llega a decir: “Me gustaban, aunque no eran mis amigos, me gustaban”. Un perturbado, te lo digo yo.
Naves misteriosas no tiene siquiera la fuerza interpretativa y argumental de una película de la época con esta temática como es Soilent Green (1973), basada en Hagan sitio, hagan sitio, de Harry Harrison. Uno podría pensar, con mucho fundamento, que Naves misteriosas ha envejecido muy mal, tan mal que no salva ni la Corporación Dermoestética, pero su temática superficial y de trazo grueso está tan en boga, que no sería extraño que hicieran un remake. Eso sí, en 3D.

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